jueves, 23 de octubre de 2014

Lecciones que aprendí demasiado tarde.

Por Meggie Roger



Algunas veces las personas no te aman como deberían

porque no saben como amarse a sí mismas.

Incluso las medusas desearían poder voltear las cosas

y dañarse a sí mismas de vez en cuando.


Sabes, jamás he visto a un superhéroe

que no tuviera un corazón ondeando una bandera blanca

de rendición en su interior.

Quizá la risa es la manera en que las cuerdas vocales hacen el amor.

Y esas sonrisas que luchan para

llegar a la comisura de la boca, son como esos niños 

que eran demasiado débiles para resistir en los pasamanos

por más de veinte segundos en el área de juegos.

Las marcas de nacimiento son solamente la manera que la piel tiene

de marcar el mapa del tesoro dentro nuestro.

Así que créeme cuando te digo que lo de afuera

sí importa algunas veces.

Solo porque tu llamada se fue al buzón de voz

no quiere decir que del otro lado no hay alguien

deseando tener el coraje

de contestar el teléfono.

Algunas veces tu corazón puede sentirse tan pesado,

como un camión de carga; pero eso solo quiere decir

que hay muchos rayos de luz trabajando para sostenerlo.

Y cuando un hombre te espera en un estacionamiento oscuro

tienes que saber que no deberías tener que sostener tus llaves 

como un arma para mantenerlo alejado;

toda esa luz dentro de ti

debió haber puesta sus ojos en fuego.

Perdonar no es bajar el arma,

es aprender a besar a la otra persona

soltando el gatillo.

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