jueves, 4 de agosto de 2011

Sublime Gracia

He escuchado a muchas personas decir que Dios "cambió su vida" o que les "devolvió la vida", bien pues ese no es mi caso.
Antes de llegar a Él, yo no tenía vida. Si bueno, sobrevivía o algo parecido, pero ¿vivir? no, definitivamente no. Caer tan bajo y darme cuenta de que no puedo levantarme es una de las peores realidades que me busqué. Intentar con todas mis fuerzas salir adelante y seguir cayendo más y más profundo al punto de perder la perspectiva por completo y terminar cansada de la "vida" es algo que no les deseo. Sin embargo todas las tribulaciones que pasé, todas las humillaciones, toda la falta de amor y respeto por mi misma, toda la soledad y depresión, todas y cada una de las cosas que me pudieron suceder, tuvieron su propósito. Y Dios por su infinito amor, me rescató.

Desde el momento en que Dios utilizó a alguien para llegar a mi, hasta el día de hoy todo ha sido distinto. Comprobé que, en efecto, aunque utilice todas mis fuerzas nunca podré salir de algo. Descubrí la respuesta: Jesús. Conocí su amor y comprendí que no es en mis fuerzas, es en las suyas.Es tan hermoso entrar a un lugar y que las personas que se encuentran allí reflejen de tal manera el amor de Cristo que puedan transmitirlo. Cada vez que llego a la iglesia y entro me siento tan distinta. La gente me mira de una manera en que jamás me habían mirado, parece una mezcla de amor y comprensión, de empatía; una sensación extraña invade mi cuerpo y me siento querida. Siento que al fin pertenezco a un sitio.

Ahora bien, es realmente difícil explicar mi gratitud a Dios. Ha llenado por completo cada área de mi vida. Es mi esperanza, mi fortaleza, mi anhelo. Él es quien no falla. Quien nunca duda, siempre levanta. Es quien no escatimó ni la vida de su propio Hijo por amor a nosotros, y es también quien por amor a nosotros, murió en una cruz. Es quien ha dejado su Espíritu para que seamos consolados. Quien fue, quien es y quien nunca dejará de ser.

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